Darle Propósito a la Dirección por Objetivos

En mis numerosas conversaciones con líderes y equipos directivos, una pregunta recurrente emerge: ¿cómo fomentamos el compromiso y el sentimiento de pertenencia entre nuestros colaboradores? A lo largo de mi experiencia, he observado que, si bien la dirección por objetivos es excelente para marcar el ‘qué’ hacer, a menudo deja en la sombra el ‘para qué’ lo hacemos. Y aquí es donde entra en juego hablar de propósito.

Creo firmemente que trabajar el propósito es fundamental. No se trata solo de establecer objetivos; se trata de entender y comunicar por qué esos objetivos son importantes, cómo se alinean con la visión más amplia de la organización y, lo más crucial, cómo resuenan con cada miembro del equipo. Cuando las personas comprenden el propósito detrás de sus acciones, el nivel de compromiso y la conexión emocional con su trabajo se transforman radicalmente.

Este proceso va más allá de redactar una bonita declaración de misión, visión y valores para la página web. Se trata de integrar ese propósito en el corazón de la estrategia y los objetivos, y lo más importante, en las acciones y comportamientos diarios de todos en la empresa.

Ejemplos de dinámicas y prácticas

  • Talleres de Articulación de Propósito: a través de las historias de aquello que ya han vivido, facilito sesiones donde los equipos exploran y definen juntos qué los motiva, cuál es su razón de ser y cómo esto se traduce en su trabajo diario.
  • Integración de Valores en la Práctica Diaria: identificación de aquellas actividades clave que ayudan a los equipos a vivir los valores de la empresa en cada tarea que realizan, asegurando que estos no sean solo palabras en un papel, sino fuerzas vivas que guían el comportamiento y las decisiones. Por ejemplo su relación y propuestas a cliente, las políticas internas, las misiones de dirección, etc.
  • Seguimiento y Alineación de Objetivos: si ya han adoptado OKRs (Objetives and Key Results) a veces a éstos les falta…cómo lo diría…corazón. Es por ellos que facilito que los objetivos establecidos no solo sean medibles y concretos, sino que también estén imbuidos de sentido y propósito, conectando cada meta individual con la visión global de la organización.

Inculcar un propósito en la dirección por objetivos no solo mejora el rendimiento, sino que también cultiva una cultura donde cada persona se siente parte de algo mayor.