A veces se nos olvida que tenemos materiales que todos tenemos en casa y que nos permiten recrear poderosas metáforas en remoto.

Recuerdo un taller en concreto donde les animaba a prototipar y construir antes de darle mil vueltas a una idea. A veces empezar es la mejor forma de avanzar. En concreto utilizamos algo tan accesible como papel, celo y rotuladores.
Construyendo Origami, les pedimos que creen un puente de papel con un folio, tijeras y pegamento. Como requerimiento, les damos instrucciones para que el puente sujete otra figura de papel que habían construido antes siguiendo instrucciones de Origami. La idea era hacerles ver que, de manera natural, efectúan una construcción muy basada en la prueba y error, lo cual ayuda a introducir el concepto de prototipado o iterativo-incremental, etc.
Durante la construcción podíamos en su cámaras cómo iban haciendo micro-ajustes en su modelo de puente para que se sujetase y la figura aguantase. Estos ajustes para que cumpla lo que necesitas era precisamente lo que queríamos inspirarles a que trasladasen a su día a día.

Hay otros elementos que podemos utilizar también de la misma forma como son plastilina o LEGO® u otros elementos como olores (colonias, especias, etc.) para evocar recuerdos y hacer ideación.
Un compañero me pidió una vez que le explicase cómo llegar a ideas diferentes y, una vez habiendo calentado con ejercicios más sencillos, le pedí que fuera a la cocina y trajera especias para cocinar. A través de los olores empezó a generar ideas al recordar a sus abuelos, su infancia y algunos platos que le gustaban mucho.
Este último es un ejemplo extremo y que lo hago sólo con gente que está predispuesta a experimentar, pero tienes en casa muchos elementos con los que trabajar en escenarios menos avanzados.


Da una vuelta por tu propia casa e identifica todo lo que podrías utilizar para un taller con personas conectadas al otro lado del mundo. ¿Qué elementos podrías encontrar en Valencia, Lima o Frankfurt?
La potencia que tiene este tipo de herramientas es la de potenciar el aprendizaje con otros sentidos más allá de la vista y el oído, lo cual funciona especialmente bien en aquellas personas que son más kinestésicas a la hora de aprender. Por otro lado, tienes el añadido que se quedan en casa elementos que les pueden evocar las conclusiones de estos talleres (por ejemplo, si dejan el Origami frente al teclado).